`La tarde es finísima, suave, soleada. Las formas de la tierra parecen palpitar en la benignidad del aire.´
`Las imágenes de la infancia son así: insustiutuibles, irremplazables, uno las transporta toda la vida.´
`(…) los acantilados de Cala Pedrosa son un prodigio de colores, calientes, mortecinos, de sombras hormigueantes´
`Cielo de norte típico, afilado, bruñido.´
`La calma de la mar es total y hay como un enorme silencio de color perla.´
`Los pinos rezumaban agua: a veces su ramaje era tan verde, que parecían perderse en el puro color, en una idealización colorística -como el color perla de las aguas de la cala, como el aire opalino-.´
`El sol inunda de luz las rocas -malva, violeta, tórtola-´
`A la luz de las estrellas, el agua es de un azul tan espeso y brillante, que parece un jugo negroide. Cuando entran en el agua, los remos esparcen unas lucecitas fofas como luciérnagas y la madera queda impregnada de una vaga luminosidad.´
`A la luz de las estrellas, el agua es de un azul tan espeso y brillante, que parece un jugo negroide. Cuando entran en el agu, los remos esparcen unas lucecitas fofas como luciérnagas y la madera queda impregnada de una vaga luminosidad.´
`En seguida me cautiva el silencio del pueblo, la fascinación de los blancos de las casas en contraste con el color de sangre de buey en los portales, el misterio del oscuro verde de los olivares sobre el negro brillante de las pizarras.´
`Al regresar del tristísimo Portlligat, don Víctor nos invita a comer a su casa. Nos ofrece mejillones de Cap de Creus, arroz de cabeza de mero, suquet de lubina, queso del país, café y coñac francés. La calidad del almuerzo es literalmente indescriptible.´
`Yo he viajado un poco. En ningún lugar de Europa he encontrado una cocina como la de aquí. En mi opinión la cocina a base de mantequilla es inferior a ésta, incluso la más admirable y refinada cocina francesa. La de mantequilla es mortecina, sin brillo, una cocina que parece impregnada… ¿cómo decirlo?, que parece impregnada por la luz de la luna (…) El pescado de estas aguas tan puras, agitadas por fortísimas corrientes, elaborado mediante este aceite y los ligeros sofritos que aquí se producen, proporciona a la sangre humana una radiante plenitud, una efusión trascendente.´
‘El sabor del pescado, del pan, del aceite, del vino, es fascinante por su intensidad, su suavidad, su proximidad al gusto real de las cosas. Comer al aire libre cosas buenas, frescas, finas, no tiene literalmente precio. Ahora bien, lo difícil es resistir el aire libre (…) Es posible que la vida al aire libre, directa y sin límites, que ahora estamos practicando, no sea demasiado compatible con determinado grado de estupidez e ineptitud provocado por la cultura intensiva. Es decir: la tragedia consiste en que llega un momento en la vida en que sólo se puede tolerar el sol embotellado y el aire descrito en los libros. La cultura es una forma enfermiza de la vida (…) El aire feroz de las cosas indígenas me impulsa a amar las mortecinas vaguedades. Después de la dureza del agua y el escollo, de la sal y el viento, los ojos llenos de sol, la piel reseca, disperso el pensamiento…, un ramo de rosas, una mota de luz sobre el fondo de un espejo, el brillo de la vieja madrea de un mueble, constituyen un delicioso sedante.’
(Fragmentos del «Viaje frustrado» de Josep Plà, que se trajo Pablo Abril en una de sus visitas ¡mil gracias por compartir estas joyas! )